Hace unos días vi el documental del Flaco Spinetta, allí su hija menor, Vera contaba el significado de “Alma de diamante”. Tal vez no es literalmente lo que ella dijo, pero entendí que el mensaje es “todos somos diamante en bruto”. En la medida que vayamos puliendo la piedra que habita en nosotros va surgiendo esta piedra preciosa. Es decir, todos podemos cambiar, transformarnos, todos somos alquimistas.

Este mensaje tiene hoy una gran vigencia enmarcado desde la ciencia a través de dos de sus disciplinas: La neuroplasticidad y la psiconeuroinmunología (PNI).

La PNI es la ciencia que estudia la interrelación mente-cuerpo y sus implicancias clínicas. En el deporte, sobran los ejemplos del poder de la mente para mejorar o deteriorar el rendimiento. Hace algunos años, en la época dorada de los tenistas de “la legión argentina” un preparador físico que entrenaba a dos de estos jugadores me comentaba:” Ambos jugadores tienen condiciones físicas muy similares, sus evaluaciones y rendimiento en los entrenamientos son muy parejos. Sin embargo, al momento de competir uno de estos se acalambra con facilidad, se saca del partido, le cuesta concentrarse, es como si jugara otra persona.

Cuando River jugó en la B Nacional, nombre por nombre era ampliamente superior al resto de los equipos. La realidad marcó un duro camino del millonario para volver a primera. Todos recordamos a ese Maradona del 90, que más allá de estar maltrecho jugó un gran Mundial llevando a Argentina a una impensada final o el mismo Diego convirtiendo la ira en combustible para hacerle 4 goles al gran “Loco” Gatti.

Es así, la mente tiene el poder de sacar lo mejor de nosotros o de hundirnos hasta el fondo.

Sí leíste mis anteriores publicaciones ya estás más familiarizado con la neuroplasticidad (capacidad del cerebro para cambiar). Recuerdo un entrenador que tuve que decía “Siempre se puede ser mejor jugador”. Esto era algo raro en un contexto donde la mayoría de los entrenadores solía estigmatizar a sus jugadores tildándolos de “genios” o “troncos”. Esté entrenador tenía razón. Por lo menos desde la ciencia: Siempre podemos ser mejores.

A través de estas dos ciencias, podemos entender que la mente influye en el cerebro y que el cerebro influye en la mente. La mente es lo etéreo (energía) y es la responsable de generar pensamientos y emociones. El cerebro es lo tangible (materia) y es el encargado de mantener y regular cada función vital del cuerpo.

Sí, es un “trío” Mente-Cerebro-Cuerpo. Cada uno de estos actores influyen poderosamente en el otro. Teniendo en cuenta esto, no alcanza con entrenar el cuerpo (preparación física), tampoco con entrenar solo la mente (psicología) o el cerebro (neurociencias deportivas). Para lograr la mejor versión de nosotros, para sacar a relucir esa “Alma de diamante” que habita en nosotros debemos percibirnos como seres humanos completos. Debemos integrar la persona con el deportista, el Yin con el Yang, la Luz con la Oscuridad… sólo así nos sentiremos completos y como pregona el Flaco, seguir creciendo, ya que, "Un guerrero nunca detiene su marcha".


Francisco Vanoni

Instagram @visionclaramindfulness


Director Vision Clara

Director Mindfulness en Universidad Ditella